La casa es tambien paisaje

En Medellín se vive con los cerros al pie. Santo Domingo, El Salvador, El Picacho, Nutibara, Pan de Azúcar, la Asomadera y el Volador rodean o se alzan en medio de la metrópoli y su presencia es tan monumental, que ha conseguido definirnos a quienes vivimos allí; a unos nos ha convertido en exploradores que crecen buscando saciar la curiosidad por lo que hay afuera y, a otros, nos vuelve temerosos y estáticos porque no hay atisbo de lo desconocido. La mirada de todos, eso sí, está acostumbrada al límite y al encierro.

Por Andrea Yepes Cuartas

Yo crecí viendo cómo los cerros acaparaban el panorama sin forma aparente de evitarlo. La playas o las planicies propias de la meseta eran paisajes que venían únicamente cuando estaba de vacaciones, es decir, eran siempre temporales y estaban cargados de esa pérdida de referentes que se experimenta al pasar una temporada en lugares que no se conocen. Cuando retornaba, claro, las montañas volvían a cobijarme y a hacerme sentir parte de ellas. Esto hizo que se instalara algo en mí, un pensamiento que solo entendí cuando me mudé a otra ciudad y busqué un apartamento con ventanas al oriente, el lugar donde están los cerros allí: me siento en casa cuando tengo montañas para mirar.

La escritora irlandesa Maggie O’Farrell piensa así del mar. “He vivido gran parte de mi vida cerca del mar: noto su fuerza de atracción… y su ausencia, si no lo frecuento con regularidad, si no paseo por la playa, respiro su aire y me sumerjo en el agua”, dice en su libro de ensayos Sigo aquí, donde narra todas las experiencias cercanas a la muerte que ha experimentado. Algunas de esas veces en las que ha sentido morir, la amenaza ha sido el mar profundo y aún así lo sigue queriendo cerca.

Estar buscando símiles de esas estampas que nos dejan los lugares a los que hemos llamado casa nos hace seres condenados. Ella está condenada a mudarse siempre a las orillas de los países y yo a buscar ciudades o pueblos voluptuosos donde el suelo se alce bastante. La casa es también paisaje.

Por eso ahora que hay encierro y que el mundo parece agotarse en las paredes que delimitan las habitaciones que frecuentamos, he tomado la costumbre de mirar por la ventana y de repetirme esa frase: la casa es también paisaje. Sí, la casa es la puerta por la que entro, los muebles que escogí y los objetos que han puesto allí quienes me aman, pero también es todo lo que entra por la ventana: las historias que veo como si fuera un teatro en los balcones de mis vecinos de enfrente, la luz enceguecedora de las mañanas y el reflejo de un atardecer que no alcanzo a ver del todo. El aire frío. Y, sobre todo, esa cadeneta de montañas que parece estar siempre tan cerca.

En el libro Qué es ser Antioqueño, Pedro Adrián Zuluaga habla de las montañas y de su padre así: “La visión del horizonte que para mí era opresora por ser siempre la misma, y por estar cortada por las montañas del frente, a él lo tranquilizaba”. Yo soy como su padre, a mí me pone suave ver que las líneas divisorias entre el suelo y el cielo vengan voluptuosas, verdes y pronunciadas.

Me siento resguardada por ellas. Su presencia de esfinges fieles e impasibles me abraza y me da una fortaleza transmitida por el ejemplo. Convivir con ellas me ha enseñado a echar raíz y a mantener un lugar para asentarme, a dejar que otros habiten en mí. A derrumbarme y a hacer ruido y desastres cuando plantan en mí lo malsano e invasivo, lo que me hace daño.

Me tranquilizan, también, cuando las miro en la noche y están alumbradas; cuando, como escribió el editor José Ardila, “se convierten en oscuras extensiones del firmamento oscuro. Una sola cosa negra repleta de puntitos luminosos, como estrellas”, porque cada uno de esos destellos es alguien que me acompaña, es la certeza de que una vez exista de nuevo el afuera, habrán otros para juntarnos.

Resignificar lo que puede ser una casa es quitarle la concepción de dureza y romper la imagen mental de las paredes y el límite. Es encontrar en el paisaje una sensación de familiaridad, de pertenencia. Cuando estamos convocados al encierro, nos queda igual la mirada y esa certeza de que cuando nos asomamos por la ventana las montañas estarán ahí, inagotables.

Guadalajara de Buga, un milagro por descubrir

Como la notas cortas de viaje, como las de un cuaderno, de una bitácora, este es un apunte sobre Guadalajara de Buga en el Valle del Cauca.

Por Lizeth Morelos

Sube tres cuadras, a mano derecha voltea, de ahí sube tres cuadras más y apenas vea una ventana medio abierta, queda de ahí a dos cuadras más… Si a usted le están dando estas indicaciones quiere decir que usted ha llegado a Guadalajara de Buga, una ciudad adornada por casas antiguas que tiene historias en cada esquina y un interesante pasado por contar. Muchos la conocen porque han ido a pedirle al milagroso algún favor o han escuchado decir “voy a ir a cumplir una penitencia a Buga”; pero, ¿realmente conocemos qué hay más allá del turismo religioso? 

 

o no conocía Buga y debo aceptar que la única referencia que tenía de esta ciudad era la basílica. Pero al llegar y ver este paraíso que sobrevivió a un terremoto en el año de 1977 y a una toma guerrillera en una de sus veredas por el frente 5 de las Farc me hizo sentir admiración por cada calle que cruza esta gran ciudad, escuchar cómo con orgullo reviven las anécdotas de sus fundadores, me puso a pensar que los bugueños aman cada pedacito y rincón que los representa.

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“El bobo amarrado al papayo”: sobre esta expresión cuentan que las familias adineradas de la época, para no perder su pureza y riquezas, se casaban entre ellos mismos; esto generó que los descendientes nacieran con problemas genéticos y a algunos, dicen, tocaba amarrarlos a un papayo por tener problemas de conducta agresiva. Así como esta expresión se escuchan otras como “La dirección bugueña”, que la mencionamos al inicio de este texto y  “El paseo bugueño”, conocida por aludir a reuniones donde las mujeres van por un lado y los hombres por otro. 

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Su gastronomía busca que las familias se reúnan en la mesa a compartir una deliciosa chuleta que le da la vuelta a la bandeja, acompañada de papas fritas y arroz por montó, se invita a repetir y se demuestra que donde come uno comen tres con un sabor que es representativo de Guadalajara

Tesoros escondidos como la Casa Lago El Manantial ubicada en la vereda Alaska, te hacen soñar y querer volver y permanecer en este lugar, donde Don José construyó su casa encima del agua cristalina en una estancia acompañada de silencio, recibiendo a propios y visitantes que deseen  dejarse envolver por la magia y calma que irradian así se mire de lejos.     

Esta es Guadalajara de Buga, la ciudad señora, la que sueña, la orgullosa esa que todos los días trata de ser mejor y mostrarle al mundo su majestuosidad

Oliva prefiere el silencio

Todos los días, a las 4:30 de la mañana, a la niña Oliva la despierta la llegada del arriero que trae el ganado para que lo ordeñe su mamá. Oliva tiene dos hermanas pero ninguna responde, solo ella (ha de ser porque están casadas que ya no quieren hablar). Oliva baja corriendo las escaleras de madera hasta el piso de tierra y desde abajo oye a su mamá gritando  desde la cocina: “¡Andá despacio que te caéeeees, Olivaaaa, cagona! ¡Que te cojo las trenzas!” La niña ríe silenciosa, se sacude la tierra de las rodillas y coge fuerza para abrir las cadenas de la puerta para las bestias (diez mil veces más grande que ella, piensa).

Detrás de cinco vacas gordas, grandes y lentas, su papá se levanta el sombrero a modo de saludo y el caballo y el perro que lo acompañan parecen saludarla también. Oliva les saca la lengua. No le gustan los animales, nunca le han gustado y de grande nunca los tendrá. Son sucios, se revuelcan en cualquier lado y siempre le ensucian los vestidos. Cuando sea grande y se vaya de esa casa… Entretenida en el piso de abajo, viendo a su mamá ordeñar, por poco se olvida de que se hace tarde y el almuerzo no está. Sube las escaleras, esta vez con la velocidad que la artrosis deja, mientras recuerda todas las veces que se cayó sobre el pasillo de madera por subir corriendo. Enciende la estufa de petróleo, pone a hervir agua mientras piensa qué hacer con el poco revuelto que tiene y camina hacia el corredor de atrás, desde donde se divisan algunas montañas, plataneras y árboles frutales de los patios vecinos.

Baja la mirada: en su patio nada. Apenas un árbol seco y algunas gallinas que dice querer ÚNICAMENTE porque le ayudan a desyerbar el patio y no se suben a la casa. ¿Y la gallina que está en el patio de las bestias? Está culeca y si la deja coger de un gallo… El problema que le pone la mamá. Regresa a la cocina, pela dos plátanos, los echa a la olla, media cucharadita de sal, la echa a la olla. Sigue su camino por el pasillo color crema casi que vacío, de no ser por contadas materas con flores rosas, moradas y blancas. Su papá siempre dice que a falta de lujos, las flores son la alegría de una casa. A Oliva no le gusta casi regar las matas, menos si sus hermanas no la ayudan, pero encuentra que el lema tiene sentido y parte de su tiempo lo invierte en cuidarlas.

Regresa dos pasos para asomarse hacia el salón comedor, cerrado desde que ya no hay gente que lo use. Entre los floreros, un par de  sillones y un cuadro del corazón de Jesús, el papá se queda dormido fumando tabaco mientras la mamá hace punto de cruz sobre el vidrio cubierto de polvo. Sigue el camino. Abre las cortinas del cuarto principal para que le entre la luz del pasillo. Coronando la cama, en el centro, un retrato pintado de su padre y su madre, idénticos a los que recién había encontrado en la mesa. “¡Oliva, la comidaaa!” Se regresa a la cocina. Pela unas papas, las echa. Una ramita de cilantro, la echa. Un huevo ponchado como para una agua-sal, lo echa. A lo lejos suena un bolero, quién sabe de dónde. Apaga la estufa y se entra lo más que puede.

Prefiere el silencio. Recorre lentamente el cuarto, de nuevo. Cruza los umbrales de las puertas que se entrecruzan y hacen del cuarto principal un gran cuarto hecho de muchos, para los hijos. Oliva mira fijamente las tres camas sobrantes. “Ah, pa’ qué se casaron, ¡ahora todas estas camas son mías!” Se tumba un rato a mirar el techo. Hoy no va a abrir las ventanas, tampoco ayer, lo más probable es que tampoco mañana. Tendría que ser que tocaran su puerta con aire noble, preguntándole sobre su historia y sobre la historia de la casa. Tendría que ser que alguien quisiera descubrir cómo se ve desde adentro la única casa en Jericó que habita por fuera del tiempo. Entonces de pronto diría que sí, con permiso de los padres y sin que le tomen fotos a la cara, porque qué vergüenza que se den cuenta de que es la última habitante y que “detrás de las ventanas grandes, amarillas, resiste la más ¡más! humilde casa”.

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Urrao, un paraíso de Antioquia

Entrevista a Érika Durango, una valiosa emprendedora y empresaria que le apuesta a la provincia como punto de desarrollo turístico.

F: Cuéntanos sobre Urrao y su importancia tanto a nivel departamental como Nacional.

E: Es uno de los municipios con más variedades de cultivos, desde el café hasta la granadilla, tomate, fríjol, y gulupa de exportación. Está rodeado de 5 páramos por lo tanto es uno de los municipios con más agua en el mundo. También hace parte del Chocó biográfico, llamado así porque es uno de los lugares donde más cae lluvia, por lo tanto, es un municipio con gran cantidad de endemismos tanto en flora como en fauna. Por esta misma razón existen gran variedad de orquídeas teniendo así el Parque Nacional Natural de las Orquídeas que está ubicado en la zona noroccidente. Fue uno de los municipios víctimas de la violencia armada por diferentes grupos ilegales por su ubicación en una zona estratégica, por su tamaño y por sus límites ya que se puede llegar a varias ciudades principales de la región.

Además de ello, tiene un registro histórico muy importante ya que fue un municipio donde se luchó contra la colonización de los españoles en su llegada a Colombia, dando lugar a enfrentamientos entre caciques y colonos. Referente a esto se celebran las fiestas tradicionales del municipio para hacer memoria a ese registro histórico.

 

F: ¿Qué atracciones turísticas encuentra un visitante en Urrao?

E: Un turista puede disfrutar de un clima húmedo tropical visitando lugares como finca hoteles de descanso en familia, zonas de pesca y disfrute de paisajes hermosos. Además los amantes de las aves pueden disfrutar de La Reserva Natural Colibrí del Sol donde encuentran alrededor de ocho diferentes especies de colibríes y otras aves como el Tororoi de Urrao.

En las zonas de Páramo se puede hacer montañismo, acampar y disfrutar de imponentes paisajes. También se pueden visitar fincas agroturísticas para tener un mayor conocimiento sobre los cultivos de la zona, en especial el aguacate, ya que Urrao es el principal exportador del país con los mayores cultivos.

 

F: Háblanos sobre la fama de Urrao como el municipio con la mejor taza de Café de Colombia.

E: La señora Carmen es una cultivadora de café de la vereda San Carlos, ella junto con su familia tienen sus sembrados de café y en el año 2014 se ganaron la mejor taza de café de Colombia en la taza de la excelencia. Por tal razón Urrao es considerado uno de los municipios de Colombia con una excelente taza de café. Su desempeño como mejor taza de café es gracias al proceso que tienen de recolección del café, ya que solo recolectan grano maduro y lo fermentan en agua; además otro de los beneficios es la altura de la zona, por lo tanto, este conjunto de cosas hace que su café sea de los mejores del país, denominado café Chiroso.

 

F: Urrao tiene una de las montañas que alcanza la mayor altura en el departamento de Antioquia. Cuéntanos sobre su Importancia.

E: En el municipio se encuentra El Páramo del Sol que tiene una altura de 4.080msnm, siendo esta la mayor altura de Antioquia, justo donde termina la Cordillera Occidental, dando paso a la planicie chocoana. Es uno de los complejos paramunos más extensos de Colombia y en mayor estado de conservación; allí se pueden encontrar especies endémicas como Puya Anqioquensis (piñuela), Speletia Frontinoensis conocidos comúnmente como frailejón, esta especie crece de 3 a 5 centímetros por año y encontramos allí ejemplares hasta de 4 metros de altura, siendo ésta una de las especies más importantes para captación de agua y de vital importancia para estos ecosistemas, ya que es de las únicas especies que pueden sobrevivir a este tipo de ambientes; además existe Lephantes Paramosolensis (tipo de orquídea), éstas son plantas que solo se encuentran allí.

En esta zona también existe un corredor biológico para el oso de anteojos y cuenta con el complejo lagunar Puente largo, uno de los filtros de agua más profundos de Suramérica. Es de suma importancia para los turistas tener cuidado con el medio ambiente y proteger estas zonas de Páramo ya que son los principales captadores de CO2 y producción de agua dulce.

F: Usted es la persona que ha vuelto a traer un vuelo semanal a Urrao. ¿Cuándo nace esta idea y qué se puede esperar a futuro?

E: La idea de restablecer las rutas en avión de Medellín – Urrao – Medellín nace gracias al proyecto de turismo que se ha creado por medio de la empresa Viajes y Destinos Paraíso, la cual tiene un enfoque de turismo receptivo para turistas nacionales y extranjeros que quieran conocer los lugares atractivos del municipio. En años anteriores el aeropuerto estuvo activo y se hacían varios vuelos semanales por medio de la aerolínea Aces, empresa que cerró las rutas en el municipio en el año 2000 y en el año 2002 se fusionó con Avianca.

Desde entonces varias empresas privadas habían intentado posicionar de nuevo las rutas, pero no había sido posible. La agencia Viajes y Destinos Paraíso empezó con los vuelos comerciales en el mes de junio del presente año los sábados y lunes.

La respuesta de la comunidad ha sido muy satisfactoria ya que Urrao se encuentra a 5 horas de Medellín en transporte terrestre y en transporte aéreo se demora tan solo 20 minutos, ademas de que el aeropuerto Alí Piedrahita es uno de los mejores conservados de la región y se debe aprovechar para el servicio de la comunidad. Este proyecto se quiere hacer a largo plazo, posicionar el servicio y a futuro se espera tener un servicio más completo con rutas todos los días de la semana.