Le dirán de Cuba

El espacio entre lo que se espera de un lugar desconocido y lo que realmente existe es enorme. Acá un paralelo de lo que se piensa que es Cuba y su realidad apretada, asombrosa y tan distinta a todo lo demás.

Por Andrea Uribe Yepes
Fotografrías: Santiago Vélez

Le van a decir que está detenida en el tiempo y que esto se va a hacer palpable en las paredes de los edificios que se debaten entre el desgaste y la suciedad, en los muebles de madera golpeada, carcomida y nunca restaurada que se ven a través de las puertas casi siempre abiertas de las casas, en los vidrios de las vitrinas que tienen una tonalidad mate propia de algo que ha recibido mucho polvo y que, en igual proporción, se ha limpiado y en ese roce ha perdido el brillo. Le van a asegurar que va a ver ese otro tiempo en los carros parqueados frente al Hotel Inglaterra en La Habana Vieja y se va a escuchar en el bus que rechina. Recordará el sonido de las cosas que crujen porque ya han sobrevivido demasiado tiempo, recordará todo lo viejo que ha visto en su vida y pensará que lo va a encontrar ahí.

También le trazarán un recorrido: La Habana, Cienfuegos, Trinidad, Varadero y, si hay tiempo, mucho tiempo, Santiago de Cuba. La Habana será precioso, Cienfuegos estará bien, Trinidad será complaciente y luego sabrá que pudo haber no ido a Varadero, que allí solamente hay hoteles repletos de personas que compran paquetes turísticos todo incluido, hasta el hastío. Querrá más días en La Habana porque sentirá que le faltó ver cosas pero nunca sabrá si será cierto, porque lo más seguro es que nunca vuelva.

Le harán un menú.
El impuesto por Ernest Hemingway: un mojito en La Bodeguita del medio y un daikiri en La Floridita.
Le harán otro menú.
El impuesto por los cubanos: moros y cristianos (frijoles negros y arroz blanco), ropa vieja, cerdo.

Se decepcionará. Pensará que en cada esquina habrá agrupaciones tocando son cubano o salsa pero no será cierto. Verá que para conmoverse, para escuchar algo que diga así: “El cariño que te tengo, no te lo puedo negar” tendrá que rebuscar algún bar o restaurante con música en vivo y no será fácil. Sobre todo, si va en una época en la cual la Fábrica de Arte de Cubano no esté funcionando. En el único lugar donde no habrá problema encontrando la fiesta es en Trinidad, porque a las 11 de la noche verá a todos los que visten más ligero caminar hacia unas callecitas empinadas que desembocan en una cueva convertida en discoteca. Allí tampoco sonará música cubana porque la sobreponen el reggaetón, los one hit wonders y hasta la importada guaracha.

No le van a decir que hay gatos y perros sin dueño en todas las calles que recorra. Más en La Habana. No sabrá de dónde sacan la comida, ni el agua para beber, ni si algún día alguien les atenderá los males que se les nota –a algunos– en la piel. Pero sí verá a los gatos trepar las rejas con sus patas y colas de ninja y a los perros dormir a cualquier hora y pasear con lentitud en busca del sol.

No le van a decir que el lugar que se quedará más pegado en su memoria será la Universidad de La Habana, una asamblea de edificios estilo neoclásico de colores pastel rosa, amarillo y naranja. Entrará rápido por una puerta chiquitita con temor a que alguien le diga que no puede ingresar, pero nadie lo va a detener. Recorrerá los edificios, encontrará similitudes entre los programas de aquí y de allá –las mismas materias de derecho, por ejemplo– y terminará el recorrido viendo una esfinge de Alma Máter seguida de unas de escaleras largas altísimas que acogieron siempre la revolución.

Verá:
La fila del pan.
La fila para comprar las tarjetas de internet.
La fila de la carnicería.
La fila para comprar una helado en Coppelia.
La fila en la farmacia.
La fila para comprar merengues caseros en la calle.

Notará, en cualquier contacto que tenga con cubanos, que gozan de una dignidad distinta: entre lo dulce y lo altivo, pero siempre segura. No le dirán tampoco, que serán amables y a veces no entenderá por qué. Porque no pidieron nada, pero lo acompañaron hasta el lugar a donde iba, le contaron historias y le explicaron el camino de regreso.

Únicamente una vez se adentre los suficiente en la Habana Vieja observará esas partes que sí están restauradas, pero solo para el turista, pues es allí donde están los museos de arte de arte mural, del cacao, de cerámica (varios), donde están las galerías, las tiendas especializadas en habanos, en abanicos, en ron Havana Club. Al lado de todo esto, en lo que parece ser un parqueadero, verá una feria de libros, discos y chécheres. Verá las primeras ediciones de clásicos cubanos como Paradiso de José Lezama Lima o El reino de este mundo de Alejo Carpentier. Comprará estampillas, pines soviéticos, un libro escrito por Fidel Castro sobre uno de los procesos de paz fallidos en Colombia, un disco que le encargaron de Bola de Nieve.

A pesar de no disfrutar mucho su estancia en Varadero sabrá que será difícil encontrar una playa más bella. Se sorprenderá con esos pedazos donde el mar se queda un poco atrás y la arena le hace fuerza a las olas y forman una pequeña bahía a la inversa. Le parecerá que nunca vió tanto mar y que allí conoció azules nuevos para su colección cromática. Cuando esté en Varadero tratará de buscar similitudes con la playa de Santa María que visitó en La Habana días antes, y entre los colores, la amplitud y la compañía se le caerá el estigma que tenía antes: que todas las playas son iguales.

Contará los atardeceres que puede ver completos. Desde que la luz del sol –que ya no calienta– es tan intensa que no deja verse sin gafas oscuras, hasta cuando ya solo hay un semicírculo, hasta que el mar o lo que sea que vea al fondo se traga el último rayo de luz.

Atardecer número 1: Cienfuegos. Sentados en la terraza del Palacio de Valle. En la mesa había mojitos. Se quedó hasta el final.
Atardecer número 2: Trinidad. Se separó del grupo y le tocó treparse a un muro para verlo. En el cielo había tonos rosados.
Atardecer número 3: lo olvidará.

Olvidará otras cosas también. El olor de las calles, casi todo lo que pasó en los días que no estuvieron soleados, cuál fue el mejor mojito y la peor comida. Pero cuando le pregunten, porque le van a preguntar, si quiere volver algún día, su respuesta saldrá balbuceada. Porque dirá que no, que ya estuvo, que ya lo conoció, pero vendrán los recuerdos, las imágenes que sí se fijaron en la memoria y sentirá una nostalgia chiquita y de ahí vendrá la duda.

Jericó | Un rincón mágico

Jericó es un municipio del suroeste antioqueño en el que todo merece ser visto con atención. Las calles aún conservan algunas casas de la arquitectura de la colonización antioqueña de montaña con estructuras que preservan los zaguanes, los patios centrales de baldosas de colores, los corredores, las alcobas intercomunicadas y los balcones semi redondos.

Además, posee gran área de zonas veredales en las que es posible encontrar tanto fincas que practican la agricultura de café, aguacate, gulupa y tomate, así como espacios que albergan una gran diversidad de flora y fauna.

Este municipio es cuna del guarniel o carriel, una de las artesanías más relevantes para su cultura por su manufactura especializada, compleja y autóctona.

Rutas desde Medellín

Ruta Medellín – Jericó (por Bolombolo)
Ruta Medellín – Jericó (por Fredonia)

Hotel Atenas Jericó | Calle 8 No. 2-80

Ubicado a una cuadra del parque principal y diagonal a la casa natal de la Santa Madre Laura, el Hotel Atenas Jericó ofrece un ambiente de amabilidad y regocijo. La buena adecuación lo convierten en un lugar cómodo y con excelentes instalaciones de estilo rustico y contemporáneo. Este hotel le proporcionará un perfecto punto de partida para explorar el centro histórico del municipio, con sus sitios de interés, monumentos, calles comerciales y culturales más importantes cerca a usted.

El Despertar Hotel | Carrera 6 No. 8-29

Este es un hotel boutique de descanso en Jericó, mirando al valle del río Piedras. Está ubicado en una zona tranquila del casco urbano de Jericó. Es fruto de la reconstrucción completa de dos casas antiguas conjugando los ambientes tradicionales antioqueños con los espacios amplios de la arquitectura moderna.

Hotel Casa Grande| Calle 7 No. 5-54

Este Hotel de Jerico está ubicado a una cuadra del parque principal. Es un lugar colonial, cómodo y tranquilo, con excelentes habitaciones de ambiente familiar. La tarifa incluye desayuno. Cuenta con 15 habitaciones con TV Led, wi-fi y baño cabinado con agua caliente.

¿Dónde tomarse un buen café?

Café Saturia | Calle 5 N 4-27. Calle del poeta

Café Saturia o República del Café es una empresa jericoana promotora y comercializadora de cafés especiales los cuales son producidos en el municipio. Este lugar ofrece una experiencia tranquila y propicia el encuentro en un espacio que alberga algunas obras plásticas de artistas locales.

¿Dónde desayunar?

La Terraza es un corredor de cafés tradicionales. Privilegia una mirada amplia sobre su parque y actividad comercial.

La Ceiba | Carrera 4b 9c No. 6-40

Esta cafetería y panadería es uno de los lugares tradicionales y más emblemáticos de La Terraza. Ofrece una amplia oferta de repostería y comida tradicional.

Bendito Café | Carrera 4b

Es una charcutería con una amplia carta de cafés, repostería, quesos y vinos. Además ofrece planchas de carnes, desayunos y comidas rápidas.

¿Dónde almorzar?

Restaurante Tierra Santa | Calle 7 No. 5-22

Tierra Santa es un restaurante que tiene la más amplia carta de comida tradicional antioqueña. Su amplio menú incluye desde lo más básico hasta lo más gourmet; entre sus productos se encuentran: sopas, bandejas típicas, cazuelas, planchas de carnes, pescados, comidas rápidas, bebidas y licores (como aperitivo).

¿Dónde cenar?

Isabel café bar | Calle 5 con carrera 5. Calle del poeta

Este restaurante presenta una oferta de cortes de carne angus brangus. Además ofrece un agradable espacio decorado con mueblería vintage.

Tomatittos Pizza & Parrilla | Carrera 5 No. 6 – 47

Sus preparaciones incluyen barbacoa, hamburguesas y comida vegetariana. Entre sus productos especiales está la ensalada de camarones y palmitos, la ensalada del chef y la ensalada griega.

Dulces o postres tradicionales

Pizzería de Jose | Calle 6 No. 5-64

Esta tienda, además de pizza, ofrece uno de los postres tradicionales del municipio: el Postre jericoano. La familia dueña de este lugar de más de 15 años tiene una compleja receta que ha sido transmitida por generaciones desde los años 30. El postre consta de  una preparación de papaya madura con piña y coco, brevas caladas en panela, arequipe, papaya verde calada en panela, en una elaboración artesanal.

Panadería Valle | Sector Rondinela

Es la panadería más tradicional de Jericó. Fue abierta a mediados de los años 30 y tiene la reconocida Luisa jericoana. Productos como el pandequeso, las cucas y pasteles de guayaba son horneados en leña.

Museos

Maja | Calle 6 con calle 7 No. 6-60

Este es un museo arqueológico y de arte. Cuenta con un poco más de 2.000 piezas precolombinas y muestras mensuales de artistas nacionales e internacionales. Algunas de las exposiciones más importantes que ha tenido este museo son las de Luis Caballero, Manzur, Andy Warhol, entre otras.

Museo de Arte Religioso | Parque principal, bajos de la Catedral

Este lugar alberga una colección de unas 740 piezas entre antigüedades de orfebrería, textiles, esculturas, grabados, dibujos y pinturas; además de su colección de ornamentos y objetos sagrados.

Centro de Historia de Jericó

Este espacio fue fundado en 1973 con el propósito de conservar y acrecentar el patrimonio cultural además de poseer el repositorio histórico de este municipio, de lo cual hace parte una biblioteca de autores jericoanos de literatura y una pinacoteca de personajes que han sido importantes para su historia.

Caminatas ecológicas y deportes extremos

Las Nubes

El Parque Natural Las Nubes es una zona de reserva ecológica ubicada aproximadamente a 2.250 m.s.n.m. que aún conserva buena parte de la biodiversidad local no solo de aves, sino de primates. Desde allí es posible ver el cañón del río Cauca.

Ecoland | 1 Km antes del casco urbano de Jericó

Ecoland es un centro turístico enfocado en el turismo de aventura y turismo ecológico. Su objeto es brindar una experiencia integral a sus clientes. Ofrece servicios de vuelo parapente con piloto certificado y disponibilidad de pista. Además ofrece otras opciones: tour del café, avistamiento de aves y monos aulladores, recorrido por diferentes cascadas, tardes de sol en fincas del municipio, picnic, camping y restaurante.

Una mirada a un Jericó nocturno y lluvioso

Kevin Santiago Durango nos regala esta maravillosa producción donde en un recorrido nocturno por una Jericó lluviosa y anquilosada en el frio, su lente nos muestra hermosas estampas que en el transcurrir del tiempo no vemos.

Kevin Santiago Durango nació en la ciudad de Kanzas City Mo y se educó en Canadá donde se graduó como fotografo profesional en el Niagara College de St Catherines ON Canadá y al contrario de muchos jóvenes identificó a Jericó como su sitio de residencia. 

El lente de Kevin ha estado en diversas partes del mundo capturando imágenes, inmortalizando el tiempo con un solo click.

En esta producción pretende mostrar lo que quizas nadie suele ver en una noche lluviosa y fria de este Jericó maravilloso.

Jacom La Revista les comparte su trabajo y sus redes @kevindurangophotography @kevin.s.durango.   En horabuena