El reino de las apariencias

The Smiling Lombana, de Daniela Abad 

Escrito por Daniel Mateo Vallejo

Mientras compraba mi entrada para ver The Smiling Lombana, una mujer que me seguía en la fila le preguntaba a su acompañante por la directora de esta película: “es de una directora colombiana”, fue todo lo que logró saber antes de ingresar a la sala en donde se proyectaría el segundo largometraje de Daniela Abad Lombana, directora de cine nacida en Torino, Italia, quien estudió en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Su filmografía va desde cortometrajes de ficción como Padre nuestro (2015) y La cama (actualmente en postproducción), hasta sus dos largometrajes Carta a una sombra (2015, codirigido con Miguel Salazar, cuyo estreno le otorgó dos premios en el Ficci) y The Smiling Lombana (2018, obra con la que dicho festival inauguró su versión 58). Daniela actualmente reside en Medellín, donde se ha desempeñado también como productora, y junto a la directora Laura Mora y su hermano, el artista visual Pablo Mora, Mirlanda Torres y Manuel Villa conformaron la emergente casa productora La Selva Cine.

Aunque no es nada subestimable la influencia de sus abuelos, Daniela, con sus dos largometrajes documentales (el primero inspirado en la vida y muerte de su abuelo paterno, Héctor Abad Gómez, maestro provida cuya voz fue acallada por opositores a su visión, y el segundo, siguiendo los pasos de su abuelo materno y esa casta de artistas Lombana), toda su filmografía es prueba de que sus apellidos no le hacen sombra cuando de talento se trata, pues su trabajo revela sentido crítico y sensibilidad para transformar su mirada sobre acontecimientos familiares en un espejo en el que ha sabido reflejar muy bien esa sociedad en la que ha crecido; así que hay pues mucho más por qué reconocerla y celebrarla.

Cuando tenía once años, Abad conoció por primera y única vez a su abuelo materno, Tito Lombana, quien en su lecho de muerte, le entregó a ella un sobre que contenía un fajo de dólares; este es el punto de partida de lo que aparentemente es un relato cronológico de la vida y obra de un artista plástico innato, narrado por su nieta; digo aparente, pues a medida que avanza el recuento de los viajes y las personas que llegan a la vida de Tito, capa a capa, se va develando un tema más global que absorbe la historia de este escultor, e incluso la de toda una sociedad y una ciudad desde la década de los setenta: la ambición por las cosas y el éxito a toda costa.

The Smiling Lombana no es solamente la historia de un hombre, ni de una familia, sino que, más bien, indaga acerca de las consecuencias de esa necesidad de ostentar riqueza y poder, sin importar los medios; mal tan arraigado en el espíritu de aquellos hombres impacientes que cimentaron un estilo de vida en nuestro país a través de la mafia y el narcotráfico, el cual rápidamente invadió y se propagó a lo largo y ancho de Colombia, invadiendo hogares y corazones. Este documental es un esfuerzo fallido, tal vez, por encontrar respuestas claras de la enigmática vida de su abuelo, pero sin duda es una pieza contundente y estimulante en la que podemos reflejarnos y pensarnos como sociedad.

Con un material de archivo familiar tan cautivante como el uso de la música y la esponteneidad y fuerza de los testimonios de su abuela Laura y su tía Mónica, Daniela ensambla el seguimiento de la vida de su abuelo, permitiéndonos entender cómo paso a paso, país por país, de familia en familia, al mejor estilo crónico de un Corleone, este hombre fue moldeando su vida y tallando cuidadosamente una doble vida que más adelante, al descubrirse su secreto, le costaría el amor de su esposa, la cercanía de sus hijas e incluso lo privaría de la libertad por más de un año en Estados Unidos.

Daniela Abad ha sabido aprovechar con destreza sus historias familiares que resultan tan inspiradoras, pero crudas y violentas a su vez, por un lado, con el recuento de la vida y trágica muerte de su abuelo Héctor Abad Gómez, a través de su familia; y ahora, este cautivador intento por desenmascarar a esa figura pública que fue Tito Lombana, el hombre que generó grietas y dolor en su familia materna al sobreponer el aprecio por lo material y ese insaciable deseo por el dinero fácil y rápido que el arte no le estaba generando, antes que la tranquilidad y estabilidad con su familia. También ha sabido tomar la distancia justa de los hechos y personajes que han atravesado y marcado su vida, para extraer muchos más matices de lo que pudo ser meramente anecdótico; su mirada a través del documental ha logrado potentes narraciones, y no deja más que expectativa por sus siguientes búsquedas, donde quizá su bagaje familiar quede relevado o un reenfoque inspire nuevas narrativas y diálogos sobre lo bello y trágico, al mismo tiempo, que puede ser crecer y vivir en una ciudad como Medellín; en un país como el nuestro, donde reina el valor de las cosas y la imagen social impoluta sobre la transparencia y la vida misma.

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