Reinaldo Molina vuelve al campo a sembrar

De lejos, la finca de Reinaldo se asemeja a un gran matorral. La casa apenas se ve porque parece comida por la vegetación pero en la frontera unas líneas de plástico en zigzag cortan el paisaje. Son las marquesinas acelerando la maduración de las gulupas y la finca de Reinaldo haciendo frente con plataneras, café, huertas, maíz, fríjol y moras  solo con el cielo por techo.

Reinaldo nació en la vereda Estrella Nueva de Jericó y vivió allí hasta que cumplió 17 años. Siempre le gustó el campo; de chiquito a él y a sus 12 hermanos los ponían a cuidar los animales, a cargar leña, a buscar los plátanos y las yucas. “Nosotros de pequeños sabíamos sembrar y seguimos con la misma tradición”, dice. Luego se fue para San Andrés Islas a estudiar administración hotelera en el Instituto de Formación Técnica Profesional -Infotep-. En San Andrés trabajó sobre todo en restaurantes: en el Hotel Bahía Sardina, Pollos kikirikí, una distribuidora de alimentos y en Inpescar. Allá estuvo durante 33 años, pero “ya uno se cansa de trabajar y quiere volver a hacer lo que le gusta”.

Por eso hace 5 años volvió a casa, porque “por allá siempre anhelé estar en la finca y ya estoy en la finca de nuevo”, cuenta. Ahora, viven y trabajan la finca su hermana Cielo que se encarga del Jardín, su hermano Rigoberto quien cultiva el café y su madre María del Carmen quien trabaja la huerta y el jardín. Reinaldo se encarga del resto. En época de cosecha, contratan un par de trabajadores para coger café, pero casi siempre la familia se encarga de todo.

Son alrededor de 13 cuadras, de las cuales unas 5 está cultivadas y las otras “como hay tantas aguas, trata uno de no meterse donde están las aguas”.  Reinaldo sabe que los cultivos diversos son mejores para la tierra y para su familia que se abastece de todos los productos de la finca. Él lamenta que la agricultura haya cambiado: “ahora ve uno todo revuelto, agricultura con plástico”; sin embargo, su finca se resiste a eso y por eso hay café, plátano, aguacate, guayaba, piña, mora, flor de jamaica, maíz, fríjol, pastos, aromáticas, unas pocas vacas, una chiva, conejos, gallinas y peces. Todo eso para el consumo propio y cuando se produce de más, para la venta.

Cada que hay una cosecha de alguna cosa de la finca, Reinaldo se va para el pueblo y, puerta a puerta, vende su producción. Ya es habitual la clientela del fríjol, la leche, la mora y los quesitos.

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